Storydoing
La historia llevada a la acción en marketing
El storydoing es una estrategia de marketing que lleva el arte de contar historias (storytelling) un paso más allá, convirtiendo esas narrativas en experiencias reales que el público puede vivir en primera persona.
En lugar de limitarse a contar una historia, como hace el storytelling tradicional, el storydoing propone actuarla: la marca “predica con el ejemplo” y hace tangible su mensaje a través de acciones concretas.
De este modo, el consumidor deja de ser un espectador pasivo para convertirse en protagonista activo de la historia de la marca.
En pocas palabras, se trata de “pasar de las palabras a la acción”, logrando que la audiencia viva la historia en lugar de solo escucharla.
- 1 · ¿Qué es el storydoing?
- 2 · Diferencias entre storytelling y storydoing
- 3 · Beneficios del storydoing para tu marca
- 3.1 > Mayor involucración y engagement:
- 3.2 > Creación de comunidad y embajadores de marca:
- 3.3 > Reputación y credibilidad reforzadas:
- 3.4 > Diferenciación competitiva:
- 3.5 > Mayor difusión orgánica (viralidad):
- 3.6 > Mejor fidelidad y vinculación emocional:
- 3.7 > Retorno de inversión más eficiente:
- 3.8 > Humanización de la marca:
- 4 · Desafíos y posibles desventajas del storydoing
- 5 · ¿Cómo implementar una estrategia de storydoing?
- 6 · Ejemplos de storydoing: marcas que hacen vivir su historia
- 7 · Conclusión: del storytelling al storydoing, una nueva forma de conectar
· ¿Qué es el storydoing?
El storydoing puede definirse como una estrategia de marketing enfocada en crear experiencias vinculadas a la historia y valores de la marca, involucrando activamente al público.
A diferencia del storytelling —que consiste en narrar historias persuasivas para comunicar los valores de marca—, el storydoing materializa esos valores en el mundo real mediante acciones y experiencias significativas.
El objetivo es generar una conexión emocional más profunda al hacer que la gente participe en la historia de la marca en carne propia.
En la práctica, esto implica que la empresa diseña iniciativas, eventos o actividades donde su mensaje cobra vida.
“Las acciones hablan más que las palabras” resume muy bien este enfoque.
Por ejemplo, si una bodega quiere aplicar storydoing, no se quedará solo en anuncios que cuenten lo especial que es su vino, sino que podría organizar visitas inmersivas a sus viñedos para que la gente vea, huela y pruebe el proceso de elaboración del vino por sí misma.
Así, los consumidores asocian la marca con una experiencia real y memorable, no solo con una historia contada de forma tradicional.
En resumen, el storydoing humaniza la relación entre la marca y sus consumidores al invitarlos a formar parte activa de su universo.
Ya no se trata únicamente de transmitir un mensaje, sino de crear vivencias que reflejen la identidad de la marca.
De esta manera, el público conecta con la marca de forma más auténtica y siente en primera persona aquello que la empresa quiere comunicar.

· Diferencias entre storytelling y storydoing
Aunque storytelling y storydoing comparten el propósito de conectar emocionalmente con la audiencia mediante narrativas de marca, sus enfoques difieren significativamente.
A continuación destacamos sus principales diferencias:
> De narrador a protagonista:
En el storytelling, la marca cuenta una historia al público, en el storydoing, la marca hace que el público forme parte de la historia.
Es decir, el storytelling comunica valores a través de relatos, mientras el storydoing crea experiencias donde esos valores se ponen en práctica y el consumidor interviene activamente.
> Unidireccional vs. participativo:
El storytelling suele ser un proceso más unidireccional – la empresa transmite un mensaje y la audiencia lo recibe.
Por el contrario, el storydoing busca la participación del consumidor, fomentando que este interactúe, colabore o genere contenido en torno a la experiencia.
La comunicación deja de ser un monólogo de la marca para convertirse en un diálogo con el público.
> Intangible vs. tangible:
Las historias del storytelling pueden emocionar, pero permanecen en el terreno de lo narrativo o simbólico.
En cambio, el storydoing ofrece acciones tangibles que demuestran los valores de la marca. La idea es hacer realidad la promesa de la marca: no solo decir “lo que somos”, sino mostrarlo con hechos.
Esto suele implicar algún evento, producto o iniciativa concreta que encarne el mensaje central.
> Impacto momentáneo vs. duradero:
Una buena historia puede quedarse en la memoria, pero una experiencia vivida deja una huella más profunda y duradera.
Al involucrar los sentidos y las emociones de forma directa, el storydoing tiende a generar un recuerdo de marca más sólido en el tiempo.
Cuando un consumidor participa en algo extraordinario relacionado con la marca, es más probable que lo recuerde y lo cuente años después, reforzando el vínculo emocional.
Cabe mencionar que storytelling y storydoing no son excluyentes, sino complementarios.
De hecho, para que el storydoing funcione, suele requerir una base de storytelling: es necesario tener una buena historia o propósito que sirva de guía a las acciones.
Si la marca no cuenta con un relato sólido que defina sus valores, las acciones carecerán de sentido.
Como se suele decir, no puede haber storydoing efectivo sin un buen storytelling previo.
En otras palabras, primero hay que saber qué historia quieres contar, y luego buscar la forma de llevarla a la vida real.
Muchas campañas combinan ambos enfoques: usan el storytelling para dar contexto y significado, y el storydoing para materializarlo y amplificar su efecto.

· Beneficios del storydoing para tu marca
Implementar el storydoing en una estrategia de marketing puede aportar numerosos beneficios.
Las ventajas de hacer que el público viva las historias de la marca en lugar de solo escucharlas son muy claras. A continuación, repasamos las más destacadas:
> Mayor involucración y engagement:
Al hacer partícipes a los consumidores, el storydoing logra una audiencia mucho más involucrada.
Las personas que viven una experiencia de marca tienden a interactuar más y a sentir un vínculo más fuerte, lo que estimula el recuerdo de la marca y su mensaje.
En esencia, deja de haber un público pasivo, todos se convierten en actores de la historia.
Esta participación activa suele traducirse en mayores índices de engagement y conexión emocional.
> Creación de comunidad y embajadores de marca:
Cuando la experiencia es positiva, los participantes a menudo comparten su vivencia con otros y se generan conversaciones orgánicas.
Esto favorece el boca a boca y la creación de una comunidad leal en torno a la marca.
Los consumidores satisfechos se convierten en embajadores de la marca espontáneos que la recomiendan y la defienden.
A diferencia de los influencers contratados, estos embajadores nacen de la genuina afinidad y suelen ser más fieles a largo plazo.
> Reputación y credibilidad reforzadas:
Una marca que cumple lo que predica ganará credibilidad.
El storydoing muestra a la audiencia que la empresa realmente practica sus valores en lugar de solo proclamarlos en publicidad.
Esa coherencia entre el discurso y los hechos mejora la reputación de la marcay genera confianza.
Además, cuando son los propios usuarios quienes comparten contenido y opiniones sobre la experiencia (por ejemplo, publicando fotos o reseñas de lo vivido), esa validación externa añade aún más credibilidad frente a futuros clientes
> Diferenciación competitiva:
En mercados saturados de mensajes publicitarios, ofrecer una experiencia única es un factor de diferenciación potente.
El storydoing ayuda a destacar frente a la competencia porque la marca deja de “vender un producto” para ofrecer algo más (un recuerdo, una vivencia, una emoción) que otros no están ofreciendo.
Esto contribuye a un posicionamiento más positivo en la mente del consumidor: la marca se asocia con innovación, autenticidad y cercanía, atributos muy valorados hoy en día.
Las experiencias memorables suelen ser compartidas masivamente en redes sociales y conversaciones personales.
Por ello, las campañas de storydoing tienden a lograr más menciones en medios y redes sin inversión adicional.
Un evento impactante puede volverse viral, alcanzando a una audiencia mucho más amplia de lo previsto inicialmente.
En cierto modo, los propios usuarios hacen de altavoces de la campaña, lo que equivale a publicidad gratuita para la marca.
Esto también puede implicar apariciones en prensa o blogs si la acción es lo suficientemente llamativa o innovadora.
> Mejor fidelidad y vinculación emocional:
Vivir algo junto a una marca genera un sentimiento de pertenencia.
El público siente la marca más cercana y parte de su vida, lo que fortalece la lealtad.
Clientes que han tenido experiencias significativas están más dispuestos a repetir la interacción con la empresa, permanecen fieles y perdonan más fácilmente algún fallo, porque existe una relación más estrecha y emocional con la marca.
A largo plazo, esto puede traducirse en un aumento de valor de vida del cliente y en una base de clientes sólida que sostiene a la marca.
> Retorno de inversión más eficiente:
Aunque organizar experiencias puede implicar una inversión inicial, muchas veces el coste de difusión es menor que en campañas tradicionales.
Como ya mencionamos, al generarse notoriedad orgánica y contenido compartido por los usuarios, la empresa puede ahorrar en publicidad paga.
Los propios participantes y medios multiplican el alcance de la campaña.
Por tanto, el ROI (retorno de la inversión) tiende a mejorar: se invierte en crear la experiencia, pero se gasta menos en “empujar” el mensaje, ya que éste se propaga solo.
> Humanización de la marca:
El storydoing hace que la marca se perciba como más humana y cercana.
Las campañas dejan de ser anuncios intrusivos para convertirse en relatos vivenciales que hablan de valores y beneficios de forma no teórica, sino experiencial.
Al público no le molesta participar porque no siente que le estén vendiendo algo directamente, sino que está compartiendo algo con la marca.
Esto mejora la imagen de la empresa, que pasa de ser un ente comercial a un facilitador de experiencias.
En conjunto, estas ventajas explican por qué muchas empresas están adoptando el storydoing como parte de su estrategia.
Los consumidores de hoy “ya no quieren ver anuncios, buscan realidad y experimentar”, y esta metodología responde justamente a esa expectativa.

· Desafíos y posibles desventajas del storydoing
Si bien el storydoing aporta numerosos beneficios, también conlleva algunos desafíos y consideraciones importantes a tener en cuenta:
> Requiere esfuerzo creativo y logístico:
Poner en marcha experiencias de marca no es tan sencillo como crear un anuncio para redes.
Implica planificar eventos o acciones que pueden requerir logística, coordinación con terceros, permisos, etc.
La creatividad juega un papel crucial para idear algo relevante y atractivo; no todas las empresas cuentan internamente con equipos creativos o recursos para ello.
En resumen, ejecutar storydoing conlleva más trabajo y a veces inversión de tiempo y dinero mayor al de una campaña tradicional (aunque luego el retorno lo compense).
> No es inmediato ni 100% predecible:
Los resultados del storydoing suelen ser más a mediano o largo plazo.
Construir una comunidad leal o cambiar la percepción de la marca mediante experiencias lleva tiempo, no esperes un pico de ventas al día siguiente de tu evento (aunque podría ocurrir si la acción fue muy exitosa).
Además, al depender de la reacción del público (que compartan, que se involucren), siempre hay un margen de incertidumbre.
Una campaña de storydoing puede no volverse viral o no generar el engagement esperado si no conecta bien con la audiencia.
En publicidad tradicional, la marca controla más el mensaje, aquí se comparte el control con el público, para bien y para mal.
> Debe ser auténtico o puede volverse en contra:
Quizá el punto más crítico es la coherencia y autenticidad.
Para que funcione, el storydoing debe basarse en valores reales de la marca y en una historia creíble.
Si la empresa emprende una acción que el público percibe como forzada, falsa o meramente oportunista, la reacción puede ser negativa.
Las redes sociales amplifican tanto lo bueno como lo malo: así como pueden viralizar un éxito, también pueden exponer una inconsistencia.
Por ejemplo, una marca que hable de sostenibilidad pero cuya experiencia demuestre lo contrario, será acusada de incoherencia o postureo.
Ser creíble es indispensable, de lo contrario, la historia fracasará y la reputación puede verse perjudicada.
> No todas las marcas pueden aplicarlo fácilmente:
El storydoing suele ser más natural para ciertos tipos de negocios.
Empresas de productos de consumo o de estilo de vida, con comunidades de entusiastas (deportes, música, moda, comida, turismo, etc.), tienen más oportunidades de crear eventos o retos donde la gente quiera participar.
En cambio, marcas de sectores muy técnicos o B2B podrían encontrar más difícil diseñar experiencias atractivas para el consumidor final.
Esto no significa que sea imposible, pero sí que se debe adaptar la escala y el tipo de experiencia según el contexto de la marca.
También, si es una empresa nueva sin público constituido, puede que primero necesite construir notoriedad vía storytelling antes de lanzarse a grandes acciones de storydoing.
> Riesgo operativo y de mensaje:
Organizar experiencias con personas reales implica cierta pérdida de control: siempre existe el riesgo de que algo no salga perfecto (un evento mal tiempo, baja participación, contratiempos en la ejecución) o de que el mensaje se malinterprete.
Hay que planificar muy bien para minimizar estos riesgos, tener planes alternativos y asegurarse de que la acción comunica efectivamente lo que se deseaba.
Asimismo, es recomendable medir los resultados (encuestas de satisfacción, monitoreo en redes, impacto en ventas o en métricas de marca) para evaluar si la iniciativa cumplió sus objetivos o qué mejorar.
En definitiva, el storydoing no es una varita mágica que deba usarse a la ligera.
Necesita ser parte de una estrategia bien pensada, alineada con la identidad de la marca y con los recursos disponibles.
Si se hace correctamente, las recompensas son altas, pero si se hace sin cuidado, puede convertirse en un gasto inútil o, peor, en un traspié para la imagen de la empresa.
La clave es planificar, conocer al público y mantener la autenticidad en todo momento.

· ¿Cómo implementar una estrategia de storydoing?
Si te preguntas ¿cómo llevar el storydoing a la práctica?, aquí te proponemos una estructura paso a paso para implementarlo con éxito en tu estrategia de marketing.
Estos pasos te ayudarán a diseñar una campaña de storydoing coherente y efectiva:
> Define la historia y los valores de tu marca
Todo comienza por tener claro qué quieres contar.
Identifica la historia central de tu marca: su propósito, sus valores fundamentales y el mensaje clave que deseas transmitir.
Pregúntate: ¿Qué quiero comunicar sobre mi producto, servicio o marca?
Esta respuesta será la base narrativa sobre la que construirás la experiencia.
Por ejemplo, quizá tu mensaje sea “nuestros productos inspiran creatividad” o “queremos empoderar a las personas a vivir más sano”.
Asegúrate de que sea un mensaje auténtico y relevante para tu identidad corporativa.
En esta etapa también debes definir qué quieres lograr con la campaña (mejorar la notoriedad, fidelizar clientes, lanzar un producto, etc.) y qué quieres que sienta o haga el público tras vivir la experiencia.
Tener claros objetivo, mensaje y valores te dará una brújula para las siguientes fases.
> Conoce a tu audiencia y contexto
El siguiente paso es entender a quién le vas a ofrecer la experiencia.
Analiza y conoce a tu público objetivo en profundidad.
¿Cuáles son sus intereses, motivaciones y aspiraciones? ¿Qué tipo de experiencias valorarían o disfrutarían?
Crear uno o varios buyer persona (perfiles semi-ficticios de tus clientes ideales) puede ser útil para ponerle cara a esa audiencia y diseñar algo acorde a sus gustos.
También investiga qué piensa el público actualmente de tu marca y cómo está posicionada.
Preguntas como “¿Qué valores se asocian hoy con mi marca?” o “¿Qué espera la gente de nosotros?” te darán pistas para enfocar la acción de manera auténtica.
No olvides analizar el contexto y las tendencias: eventos culturales relevantes, movimientos sociales, o incluso temporadas del año que puedan influir en la recepción de tu historia.
Cuanto más alineada esté la experiencia con la realidad e intereses de tu audiencia, más impacto tendrá.
> Diseña una experiencia significativa
Con la historia definida y el público en mente, es hora de dar rienda suelta a la creatividad y planificar la experiencia de storydoing en sí.
Piensa qué tipo de acción podría encarnar tu mensaje de forma memorable.
Aquí las posibilidades son amplias: eventos en vivo, desafíos o retos para los usuarios, instalaciones interactivas, acciones solidarias, concursos creativos, demostraciones sorprendentes, etc.
Lo importante es que la actividad refleje los valores de la marca de manera clara y atractiva.
Por ejemplo, si el valor a transmitir es la aventura, una marca podría organizar una competición extrema o una experiencia al aire libre, si el valor es la solidaridad, tal vez una campaña donde los clientes participen en un voluntariado impulsado por la empresa.
Asegúrate de que la experiencia tenga un elemento de novedad o sorpresa (factor WOW) para generar entusiasmo, pero sin perder la coherencia con la marca.
También planifica los detalles prácticos: lugar, duración, participantes, colaboradores, etc., siempre centrados en facilitar que el público objetivo pueda y quiera involucrarse.
Recuerda: la experiencia es la reina, tiene que ser algo que la gente realmente quiera vivir y compartir.
> Invita a la participación activa
Un buen storydoing no se trata solo de hacer un evento y que la gente mire, sino de hacer que el público participe.
Desde el diseño, incluye mecanismos para involucrar a las personas de forma activa.
Puede ser tan simple como que los asistentes tengan que realizar una acción (ej. escribir sus propios mensajes, elegir entre opciones, colaborar entre ellos) o tan elaborado como co-crear algo junto con la marca.
La idea es que sientan que son parte de lo que está ocurriendo, no meros observadores.
También puedes apoyarte en las redes sociales para extender la participación: por ejemplo, creando un hashtag y animando a los usuarios a subir contenido relacionado, o transmitiendo la experiencia en vivo e invitando a la audiencia online a interactuar.
Otra táctica es ofrecer incentivos por participar, como recompensas simbólicas, reconocimiento (p. ej. destacar las mejores contribuciones) o beneficios exclusivos ligados a la experiencia.
Lo importante es cultivar un ambiente donde el público se sienta protagonista y embajador al mismo tiempo.
> Comunica y amplifica la historia
Aunque el ideal del storydoing es que la historia se difunda sola a través de quienes la viven, en la práctica debes darle un empujón estratégico a la comunicación.
Define qué canales usarás para dar a conocer tanto la convocatoria (si es un evento puntual) como para amplificar después los resultados.
Las redes sociales suelen ser aliadas naturales del storydoing, por su capacidad de viralización.
Prepara contenido audiovisual atractivo que documente la experiencia: fotos, vídeos testimoniales, resúmenes del evento, etc., y compártelo en los medios donde esté tu audiencia (Instagram, YouTube, TikTok, LinkedIn, prensa digital, etc., según corresponda).
Una historia real bien contada en formato vídeo puede seguir emocionando a quienes no estuvieron presentes y servir para extender el alcance.
Además, conectar con algún medio de comunicación relevante o influencer (que encaje genuinamente con la acción) puede darte cobertura adicional, siempre y cuando se mantenga la autenticidad.
Cuando comuniques, resalta el aspecto humano y la emoción de la experiencia más que el producto en sí; el objetivo es inspirar a otros con lo que sucedió.
Por ejemplo, si tu campaña fue un reto deportivo patrocinado por la marca, cuenta las historias de superación de los participantes más que las características de tu producto energético.
> Mide, aprende y refuerza
Tras implementar la estrategia, dedica tiempo a evaluar los resultados y aprendizajes.
¿Alcanzaste los objetivos propuestos? Aquí es clave haber definido antes qué métricas importan: puede ser número de participantes, menciones en redes, alcance mediático, incremento en alguna métrica de marca (recuerdo, percepciones positivas), o incluso impacto en ventas si corresponde.
Recopila feedback de los participantes: sus opiniones, qué sintieron, qué destacarían de la experiencia.
Esta información te ayudará a entender el verdadero impacto emocional logrado y detectar áreas de mejora.
Analiza también cualquier desafío operativo que surgió (¿hubo problemas logísticos? ¿la gente entendió el mensaje?).
Con todo ello, extrae conclusiones para reforzar futuras acciones.
El storydoing no tiene por qué ser algo aislado, idealmente, forma parte de una filosofía continua de la marca de involucrar a su comunidad.
Por eso, tras una iniciativa exitosa, piensa cómo mantener viva la historia.
Quizá puedas dar continuidad en redes sociales, crear una serie de eventos relacionados, o al menos integrar elementos de lo aprendido en la comunicación diaria de la marca.
Cada ciclo de storydoing te permitirá afinar más la conexión con tu audiencia.

· Ejemplos de storydoing: marcas que hacen vivir su historia
Para entender mejor cómo funciona el storydoing, nada como ver casos reales. Varias marcas reconocidas han implementado con éxito este enfoque, convirtiendo sus valores en acciones que han dejado huella en el público.
Veamos algunos ejemplos destacados:
> Red Bull: la adrenalina hecha experiencia
Una de las empresas pioneras y emblemáticas del storydoing es Red Bull.
Esta marca de bebidas energéticas siempre ha vendido más que una bebida: vende un estilo de vida audaz y aventurero.
En lugar de solo decirlo en anuncios, Red Bull lo lleva a la práctica organizando y patrocinando experiencias extremas que personifican su famoso eslogan “Red Bull te da alas”.
Un ejemplo icónico es el proyecto Red Bull Stratos: en 2012, la marca financió y promovió el salto estratosférico de Felix Baumgartner, quien rompió récords al lanzarse desde más de 39.000 metros de altura.
Esta hazaña, que fue transmitida en vivo al mundo, literalmente dio alas a la marca y mostró su espíritu de llevar los límites humanos al siguiente nivel.
Millones de personas siguieron el evento con asombro, y hasta el día de hoy se recuerda como una de las campañas de marketing más espectaculares de la historia reciente.
Pero Red Bull no se quedó en un solo evento.
Ha construido todo un universo de contenidos y eventos en torno a deportes de riesgo, música y cultura urbana que refuerzan continuamente su historia de marca.
Por ejemplo, organiza anualmente la serie Red Bull Cliff Diving, competiciones de clavados de altura, y el Red Bull Music Festival, entre otros eventos globales.
También produce contenido a través de su revista The Red Bulletin y su canal de YouTube con videos de deportes extremos.
En todas estas iniciativas, Red Bull aparece no solo como una bebida, sino como el facilitador de experiencias extraordinarias, haciendo que su público objetivo (jóvenes amantes de la adrenalina) viva esa filosofía intrépida.
Gracias a este consistente enfoque de storydoing, Red Bull ha logrado una conexión emocional duradera: sus consumidores se sienten parte de la aventura y la marca se ha posicionado firmemente como sinónimo de acción y energía.
> Dove: belleza real en acción
Dove, la marca de productos de cuidado personal, es otro referente en aplicar storydoing, especialmente alineado a sus valores de autoestima y belleza real.
Desde hace años Dove se posicionó con un storytelling enfocado en romper estereotipos de belleza y celebrar la diversidad (su conocida campaña “Real Beauty” en storytelling).
Para darle vida a ese mensaje, Dove ha realizado varias iniciativas donde involucra directamente a mujeres reales, haciendo que su mensaje de autoestima se experimente en primera persona.
Un caso muy famoso fue el de los “Retratos de Belleza Real” (Real Beauty Sketches).
En esta campaña, Dove invitó a varias mujeres a participar de un experimento: un artista forense dibujaba un retrato de cada una basado primero en cómo ellas se describían a sí mismas, y luego un segundo retrato basado en cómo las describía otra persona.
Al comparar ambos dibujos en un video, las participantes (y la audiencia) pudieron ver la marcada diferencia: las mujeres tendían a ser muy críticas consigo mismas, mientras que los extraños las describían de forma más positiva y hermosa.
Este experimento-emotivo, que se difundió ampliamente en 2013, conmovió a millones y plasmó de manera vivencial el mensaje de Dove sobre la autoimagen: “eres más bella de lo que crees”.
Las lágrimas y sonrisas de las participantes al ver sus retratos hablaron más fuerte que cualquier eslogan.
Además de esta campaña viral, Dove ha implementado programas educativos y talleres de autoestima para jóvenes, a través de su Proyecto para la Autoestima, llevando su misión más allá de la publicidad.
Al hacer esto, la marca pasa del discurso a la acción social: no solo comunica la importancia de la autoestima, sino que ofrece herramientas reales para cultivarla.
Las mujeres (y hombres) que interactúan con estas iniciativas se convierten en parte de la historia de Dove, al mismo tiempo que la marca refuerza su credibilidad y compromiso auténtico con la causa.
Gracias al storydoing, Dove logró diferenciarse en un mercado saturado de promesas vacías de belleza, construyendo una relación más profunda y de confianza con su público.
> Coca-Cola: compartiendo la felicidad
Coca-Cola es una marca que históricamente ha contado historias emotivas ligadas a la felicidad y la unión.
En años recientes, ha dado pasos hacia el storydoing con campañas donde esa felicidad se pone en práctica en situaciones reales con consumidores.
Un ejemplo recordado es la campaña de la “Máquina de la Felicidad” (y variantes como el “Cajero de la felicidad”).
En una de estas acciones, Coca-Cola instaló expendedoras especiales en lugares públicos que regalaban algo inesperado a quienes interactuaban con ellas, pero con una condición: debían compartir ese regalo con alguien más.
En el caso del “cajero de la felicidad”, las personas recibían dinero o vales para, por ejemplo, invitar a comer a otro, comprar algo a un familiar o hacer una buena obra.
Estas experiencias fueron filmadas y luego difundidas, mostrando las reacciones auténticas de sorpresa y alegría de la gente al dar y recibir felicidad.
La genialidad de Coca-Cola fue convertir su eslogan de campaña (“Destapa la felicidad”) en algo tangible: por unos minutos, quienes se toparon con esas máquinas vivieron una situación feliz que luego contaron a otros, ya sea en redes sociales o en persona.
La marca logró así asociarse en la vida real con actos de generosidad y momentos positivos, más allá del consumo de la bebida en sí.
Otras acciones de Coca-Cola incluyeron máquinas que solo funcionaban si colaboraban dos personas (fomentando la amistad) o que personalizaban las botellas con nombres para invitar a compartirlas.
Todas estas iniciativas de storydoing reforzaron su posicionamiento como la marca de la felicidad compartida, generando enormes índices de conversación espontánea y cariño hacia la marca.
Coca-Cola mostró que incluso en un producto cotidiano se puede crear magia involucrando a los consumidores en pequeñas aventuras alegres.
> Otras marcas y enfoques
Existen muchos más ejemplos de storydoing, de empresas grandes y pequeñas, cada una adaptando las experiencias a su propio universo.
Por ejemplo, la empresa de bolígrafos BIC realizó eventos de inauguración de tiendas donde invitaba a los asistentes a dibujar su propio “billete” con sus bolígrafos, que luego podían usar como cupón de compra.
El objetivo no era vender ese día, sino que el público jugara y creara con el producto, viviendo la creatividad que BIC promueve.
El resultado: una experiencia divertida que hizo que los participantes recordaran la marca con una sonrisa y la asociaran a la imaginación.
Otra historia interesante es la de TOMS Shoes, la marca de calzado que adoptó el modelo “One for One”: por cada par de zapatos vendido, donan otro par a un niño necesitado.
TOMS transformó su propuesta en un acto concreto de solidaridad en el que involucra directamente al cliente (comprar es igual a ayudar).
Este concepto inspiró a millones y convirtió a sus compradores en partícipes de una causa social, más allá de usar unos zapatos.
La lección aquí es que storydoing también puede manifestarse en la forma misma del negocio, haciendo de la responsabilidad social parte de la experiencia de marca.
Asimismo, marcas como Patagonia practican storydoing alineado con sus valores ecológicos: desde campañas para reparar y reutilizar ropa (en lugar de vender más) hasta activismo medioambiental abierto.
Cada acción refuerza la historia que cuentan sobre cuidar el planeta, demostrando que sus principios van en serio.
Los clientes de Patagonia, muchos de los cuales son amantes de la naturaleza, se sienten así identificados y orgullosos de apoyar a una marca que hace lo que dice.
Como vemos, no importa el sector o el tamaño, el storydoing se puede aplicar de diversas formas.
La clave es encontrar esa intersección entre los valores de la marca, la creatividad y las experiencias que resonarán en tu público.
Cuando esa fórmula se logra, el impacto puede ser extraordinario: la marca trasciende su producto o servicio para ocupar un lugar en la vida y la memoria de las personas.
· Conclusión: del storytelling al storydoing, una nueva forma de conectar
El storydoing se ha posicionado como una evolución natural (y necesaria) en el mundo del marketing y la comunicación de marcas.
En una época en que los consumidores demandan más autenticidad, participación y emoción, este enfoque ofrece una respuesta efectiva: convertir las promesas en hechos y las historias en vivencias.
No se trata de desechar el storytelling, sino de fortalecerlo con acciones.
De hecho, la fórmula ganadora suele ser buen storytelling + excelente storydoing.
Primero definir un relato poderoso y luego darle vida de una manera que invite al público a sumarse.
Para un marketing más humano y memorable, es hora de “dejar atrás el solo contar historias” y animarse a hacer que ocurran.
Las marcas que logran implementar storydoing consiguen diferenciarse, ganarse el corazón de su audiencia y construir comunidades de clientes fieles.
Por supuesto, conlleva retos y requiere autenticidad, pero los resultados –en reputación, alcance y conexión emocional– valen la pena.
En definitiva, el storydoing invita a las marcas a hablar menos y actuar más, creando junto a sus clientes momentos que cuentan una historia por sí mismos.
¿A qué esperas para incorporarlo a tu estrategia? Como diría un buen narrador: esta historia apenas comienza, y tú puedes ser parte de ella. ¡Es hora de pasar a la acción!